Es de sabios cambiar de opinión y hoy te vengo a contar 3 cambios importantes en mi vida.
Soy originario de Monterrey, viví 39 años en aquella ciudad y a mis escasos 17 años había tomado la decisión firme y dije «yo nunca nunca» me mudaré de esta ciudad. No, no era de ámbito profesional, era simplemente que estaba concentrado en la música y no, no tocaba ningún instrumento. Para entonces había viajado por diferentes partes de la república y nunca había encontrado estaciones de radio tan buenas como las de Monterrey, ni siquiera en la ciudad de México y esa era la razón para quedarme para siempre en Monterrey.
Sin embargo, el amor mueve montañas y conocí a mi esposa a través de internet, fuimos sinceros el uno con el otro y mira ahora, 30 años después estoy acá en Hermosillo.
No obstante, durante diferentes etapas de mi vida tuve varios perros, y nunca gatos, no me gustaba, y me solidarizaba con mis perros, así que dije «yo nunca nunca» tendré gatos.
Así que cuando conozco a Iliana, mi esposa, y que me doy cuenta que nuestra relación iba en serio, me comencé a preocupar, ya que ella tenía originalmente dos gatos, así que tenía dos opciones: ignorarlos o convivir con ellos, me fui por la segunda y me di una gran arrepentida por no haberlos conocido antes, ya que tienen grandes cualidades:
1 – Son muy higiénicos, todo el tiempo se están bañando y aunque digas que tiran mucho pelo, te puedo decir que tiran mucho más mis perros Pugs.
2- Además, recoger sus necesidades es muy simple y no hacen un caos, ellos hacen sus necesidades en su arenero y es muy fácil limpiarlo, contrario a los perros que primero hay que entrenarlos.
3- Nuestros gatos siempre tienen disponible su alimento, y no se atragantan como los perros.
4- Y si crees que no son cariñosos estás muy equivocado, evidentemente no son perros y se comportan distinto, de hecho, ellos saben muy bien en qué momento te sientes mal y te acompañan todo el tiempo, su ronroneo ayuda a relajarnos.
Por último y no menos importante.
En una ocasión, en Monterrey, aproximadamente hace 12 años, una amiga me invitó a una reunión y como ella siempre se relacionaba en un ambiente de negocios, accedí y dije tal vez de aquí salga algo bueno, era la primera vez que asistí a una reunión de Toastmasters, pero por alguna razón en esa ocasión no hubo table topics y cuando vi lo que hacían pensé, ni loco, «yo nunca nunca» voy a hablar en público y veme ahora.
Así que, “nunca digas nunca” y mucho menos digas que no te gusta algo si ni siquiera lo has probado. Te recomiendo que lo intentes y si después no te gustó, entonces podrás negarlo.
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